WINSTON MANRIQUE SABOGAL - Madrid - 14/01/2010
"¿Enterrado vivo? No. Sólo algo sobre lo que la gente lee. Las boyas y los mojones se difuminan. Lenta, inexorablemente, la realidad se disuelve y la certidumbre traiciona a la conciencia". Este es un pasaje de uno de los poemas en prosa que el Nobel nigeriano Wole Soyinka escribió en la cárcel en los años sesenta y que ahora se edita por primera vez en español, y en edición bilingüe, bajo el título de Lanzadera en una cripta (Bartleby). Una parte del poemario, que llegará a las librerías españolas el 25 de enero, lo adelanta hoy en exclusiva Babelia para los lectores de ELPAIS.com. Un testimonio clave de denuncia del horror en la segunda mitad del siglo XX, y que Soyinka convierte en creación literaria.
"Raíces, sed un ancla para mi quilla estibadme contra los vientos rebeldes", clama Akinwande Oluwole, Wole, Soyinka (Abeokuta, Nigeria, 1934) en el poema que abre este volumen que retrata un periodo difícil, cruel y aniquilador que le tocó vivir en dos ocasiones, en 1965 y entre 1967 y 1969. El dramaturgo, narrador, ensayista y poeta fue acusado en 1967 de ayudar durante la guerra civil de su país a la facción rebelde de Biafra y encarcelado sin ningún juicio durante 27 meses, 22 de los cuales fueron en régimen de incomunicación.
Aislado de todo y de todos, Soyinka vio una forma de afrontar el mundo y sobrevivir dejando testimonio emocional, intelectual y de denuncia a través de poemas y versos que escribía en papelitos, paquetes de cigarrillos o papel higiénico, muchas veces en la oscuridad. Unos pocos, como Enterrado vivo lograron traspasar los muros de la prisión para contar a todos lo que sucedía y sentía. En 1972 se editó por primera vez en inglés Lanzadera en una cripta, el libro que ahora ve la luz en español.
"Érase una vez un naufragio (del Estado) donde el sol por fin había encogido el mundo a la talla que de veras merecía -la hormiga por unidad-, donde me hallaba tendido, azotado por la marea, millas descollaban mi corazón y mi cabeza, un gigantón extranjero rodeado por un cónclave meñique", relata Soyinka en el poema Gulliver dando un carácter simbólico y metafórico a esta sucesión de versos del desamparo y la desolación. Por eso aquella creación literaria, y salvadora, no es sólo un mero ejercicio autobiográfico, según confirma el traductor del poemario Luis Ingelmo. Entre otras cosas porque, agrega, las alusiones a personajes de la mitología como José, Hamlet y Ulises o a la obra de Galileo Galilei "imprimen al texto y a la figura del yo poético un carácter universal que torna su situación en el sino, 'en el hado que otros han sufrido antes que él".
"Es un mapa del camino recorrido por mi mente, y no tanto el registro de la lucha real contra una existencia vegetativa. Esto último sería tema para otro libro", asegura Soyinka en un texto que sirve de preámbulo a la actual edición de Lanzadera en una cripta que publica Bartleby, que hoy adelanta ELPAÍS.com. Momentos de incertidumbre, de pesimismo y de invención de recursos para no enloquecer o morir aplastado por la crueldad del aislamiento. Tras su liberación el escritor ha escrito libros como La muerte y el caballero del rey y Beautification of Area Boy; y en 1986 se convirtió en el primer autor africano en recibir el Nobel de Literatura.
Once años después, en 1997, Soyinka fue acusado de traición por el entonces gobierno militar del dictador nigeriano Sani Abacha, motivo por el cual se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos. Dos años más tarde la llegada de un gobierno civil rehabilitó su figura. Actualmente es profesor universitario de su país y Estados Unidos. Son 75 años de compromiso con los derechos humanos y denuncia de la arbitrariedad y la injusticia, reflejados en una obra literaria donde trata de demostrar que ética es estética.