Convertir en eterno el mensaje del filósofo Jacques Derrida, como "una locura cuerda" definió su performance la murciana Begoña Carrasco. De locuras sin duda está llena Arco, y la suya despertó expectación. Carrasco estuvo acompañada de Alo, un tatuador, y a mediodía ya eran treinta personas las que habían cogido número -literalmente, ya que a la puerta de la habitación donde estaban había un dispensador de números de papel- para tatuarse una palabra o una frase; pero eso sí, que formara parte de un fragmento seleccionado por la artista de la obra '¡Palabra! Instantáneas filosóficas', en la que Derrida critica la industria literaria asegurando que la rotativa pervierte el mensaje.
"La huella se me escapa" lleva desde ayer tatuado en el lateral de su pie Eva, la primera 'valiente' en ponerse en las manos de Carrasco y Alo -"con cariño, ¿eh?", le pedía momentos antes de que comenzara a tatuar-. Judit dudaba si tatuarse en el pie o en la parte baja -muy baja- de la espalda "mi relación contigo". Otros eligieron sólo puntos suspensivos, un punto y coma o una palabra -"riesgo", por ejemplo-.
"Quería diluir el concepto de autor... Todo es lenguaje, la persona también, y yo quería hacer permanente esa idea a través de la piel, de la huella", expuso Carrasco, quien dijo que trataba de "hacer eterna la palabra a través de la piel". Su intención era que todos los tatuajes acabaran formando el párrafo elegido y posteriormente mostrar en Internet todas las fotografías que ella fue realizando. Esta es su peculiar forma, loca o cuerda, de "reflejar el entusiasmo por la literatura". "Es una manera de compartir lo que leo, lo que me vuelve loca y me pone la piel de gallina", afirmó la creadora, feliz por la buena acogida de su idea.
Mariola Sánchez Lorente